Infierno latente

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El infierno se define a sí mismo por sufrimiento, arrepentimiento, llanto, desgracia y quemaduras de un fuego voraz. Ese espacio inhóspito no es un mito, solo basta con ser un marsupial endémico de Australia y vivir el suplicio. De esa manera, puedes experimentar la desesperación más profunda al ver tu hogar cubierto por llamas abrasadoras. Dichas espinas de lumbre fueron causadas por la indiferencia política y la generación de gases industriales.

Imagina que eres un animal diminuto sin mecanismo de defensa contra la extensa sábana de humo. Te alejas desesperadamente porque tu instinto así te lo exige. Como un pequeño koala intentas huir del fuego que amenaza con arrebatarte la vida de la forma menos indolora posible. Las almohadillas de tus patas sienten quemaduras y comienzan a tornarse de un color carbón.

Tu respiración se vuelve lenta, los pulmones sienten ese apretón inmediato que se combina con la visión nublada. A pesar de todo, logras ver un gran camino donde transitan máquinas enormes con ruedas. Quizás ahí exista una posibilidad de salvarte, sin embargo, múltiples árboles calcinados caen frente a ti, obstruyendo tu esperanza. Las crestas del incendio mortal están a punto de tocar tu cuerpo. 

Tu cabeza gira en diferentes direcciones tratando de encontrar una salida, pero el ardor recorre tu pelaje. En este ejemplo no eres humano, tus gritos de auxilio se transforman en berridos de tormento fatal. De alguna manera, distingues con tu sentido auditivo el llanto de otras criaturas que igual han caído en el averno. Las lesiones aparecen y no puedes hacer absolutamente nada, exiges la muerte para ponerle fin a todo. 

Tu cuerpo yace entre naturaleza masacrada por fuertes corrientes de aire que se combinaron con temperaturas excesivas. Ahora, perteneces a la cifra de 1000 millones de animales perecidos. Ese escenario es la realidad bombardeada por las consecuencias del cambio climático, un ambiente opuesto a la vida. Las emisiones de gases, producto de la actividad humana, materializaron la fatalidad. 

1 COMMENT

  1. Sin duda son devastadoras las consecuencias de nuestros excesos como especie. Es especialmente devastador considerar que esas mil millones de muertes son solo una pequeña fracción del sufrimiento impartido todos los días a animales igual de indefensos por destinarlos a formar parte de nuestra alimentación. Preocuparnos por todos los animales por igual ayudaría a prevenir estas atrocidades, ya que industrias como la ganadera contribuyen a la devastación ambiental como ninguna otra.