Caramelo

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—Caramelo, ¡baja!

Los gritos de la vecina se escuchaban hasta mi alcoba. Las hojas de los árboles comenzaban a brotar lentamente y los rayos del sol se notaban de manera discreta, apenas se escuchaban unas ligeras y sigilosas pisadas. De repente, el felino empezó a maullar, sabía que era hora del desayuno, las ratas de la noche anterior se escondieron y el pobre animal esperaba a que su ama se despertara y lo alimentara.

—Caramelo, te he dicho que no te subas a la azotea, gato descarado, un día de estos el vecino te va a envenenar.

La pobre anciana todo el tiempo regañaba a su fiel compañero atigrado y blancuzco; desde que sus hijos se fueron del departamento, este pequeño le ha acompañado Yo no tengo mascotas porque suelo ser muy descuidado, y además siento que por mi tarea no le dedicaría el tiempo suficiente. 

Aunque en estos días Caramelo ha bajado hasta mi puerta y maúlla desesperado para que le dé un poco de comida. También se pone a llorar, como si de un niño se tratase, para que lo dejen entrar a la que hasta hace un tiempo fue su casa. 

Sus ojos de zafiro me conmueven y lo dejo pasar a mi departamento, para que después de olfatear y echarse a dormir un rato, rasque mi puerta y se vaya. 

Su dueña se fue al hospital hace dos semanas y hasta ahorita no sabemos nada de ella, sus hijos no han venido desde hace dos veranos. Pasar por su casa desprende nostalgia, tenemos miedo de no volver a verla por aquí, una fuerte gripa la atacó y la llevó al hospital. 

Últimamente varias personas del edificio se han sentido así, con fiebre y tos, la mayoría de ellas son personas mayores; mi mamá me dijo que papá también enfermó y que en el lugar donde viven tienen que estar encerrados todos los días, dice que es una crisis de salud en todo el mundo. 

La última vez que vi las noticias anunciaban que un virus venía de Oriente y que apagaba la vida de algunos que lo portaban. 

Tengo miedo de que una cosa tan terrible como ésa acabe con la vida de quienes quiero, incluso con la de aquella viejecita que me decía cosas sobre su gato travieso. Si en unos días no vuelve, iré al hospital a verla, solo esperaré a que se me quite este fuerte catarro que me está tumbando y me hace tener revueltas de cabeza. 

Espero que Caramelo tenga dónde pasar los días.