Sin paradas en la pista 

0
123

En la combi

Siento cómo fluye
esta flecha
y la autopista
se desgarra,
contra los rostros,
en asfalto
y otros carros,
casi estáticos,
escurriéndose por las ventanas.

La brea del camino nos
suda por la nariz y
de las pieles
mientras nos vemos todos
reunidos en círculo,
más bien un rectángulo,
para comenzar de nuevo este ritual
en donde nadie habla para no interrumpir
el sermón de los motores.

Evitamos las miradas
para no cruzarnos y decirnos,
en el idioma de los ojos,
que en el próximo bache
o en la siguiente curva
vamos a formar parte del metal retorcido

de los camiones como muros
que se mueven
de repente
las cabezas a la izquierda
–tuk, tuk–
las cabezas a la derecha
–tuk, tuk–
algunas contra la ventanilla
–tuk, tuk–
para no ser una más de sus calcomanías,

o formar parte de las cifras
–un accidente,
dos vehículos,
tres heridos,
cuatro muertos,
cinco en este mes–,

o de los números en el tacómetro
que suben
y no ceden
–cien,
ciento veinte–.

Y nosotros
–tuk, tuk–:
las imágenes contra nuestros ojos,
esperando no ser nosotros contra las imágenes
–tuk, tuk–.

Nos pasan uno a uno
silbando en nuestros oídos
“son los siguientes”, dicen,
y fruncimos los tímpanos
para no escuchar,
para esperar el choque.

Apretamos todo:
puños, nalgas, dedos de los pies.
Todo menos los ojos,
para mirar nuestra muerte
en los otros ojos
y recoger el testimonio para el final de nuestra película.

¡Crash!
Contra las pupilas, la ciudad
que se traga los coches
bajo los edificios donde
desaparecen las personas

y dejamos el círculo,
más bien rectángulo,
de este ritual de silencios
sepulcrales y
velaciones prematuras
donde la muerte diaria
es ganar los próximos pesos
para seguir viajando
y pagar con cambio,
de mano en manos,
en la siguiente combi
donde se
nos estrella la vida.

Fotografía de Jorge Gobbi en Flickr
Previous articleRecuerdo de un pez
Next articleOlvidaste
Estudió filosofía en la UNAM y cursó el diplomado de creación literaria en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, del INBAL. Se ha desempeñado como tallerista, periodista y actualmente es editor en jefe. Ganador del premio nacional de crítica literaria “Elvira Lopez Aparicio”, ha publicado en distintos medios digitales y físicos.