Trabajo buscando

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Como el martillo, impetuoso y preciso,
que halla el clavo temblando en la pared, 
el Trabajo encontró niño a mi padre,
pegándole hasta hundirlo
entre los pasillos de la Central de Abasto,
en donde, cargando cajas de mango,
manojos de cilantro y pencas de plátano,
cambió los juegos, la escuela y los sueños 
por el pan en la mesa antes vacía.

Como el ratero, robado el dinero,
que huye del policía asesinando, 
el Trabajo, cansado de alzar de tierra árida
pútridos futuros sin hoy, se fue 
con la salud, el hogar y el temor de mi papá,
quien lo buscó en enseñar, aun sin paga,
a leer “discriminación” y escribir “basta”;
en triplicar la quincena en un billar de Neza;
en vigilar las calles o en madurar jitomates;
e incluso en amar a quien sería mi madre,
cuyas manos a sus labios acercaron sus lunares;
y ágape barato a los platos quebrados de La Merced.

Como el cazador rapaz en cuya trampa cae
el lobo sitiado por los balazos que lo arrancan
de su manada,   
el Trabajo disparaba, desde el neoliberalismo, 
balas de deudas, desempleo y delincuencia
que acorralaron a mi padre en el desierto de Sonora,
en que se arrastró guiado por el dólar, herido de sol,
perdido sin coyote,   
perseguido por la migra, acechado por los zopilotes,
hasta ser encerrado en la jaula del sueño americano,
cuyas máquinas de esclavitud, consumismo y soledad
extirparon de mi padre sus recursos corporales,
sin los cuales, inservible, las cadenas del ICE tiraron 
su cuerpo agotado en un México ahogado en sangre,
en que la pobreza y la enfermedad saciaron su hambre. 

Foto de Julie Ricard en Unsplash

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Edwin Guillermo Pérez Flores (Ciudad de México, 1996) es egresado de la licenciatura de Letras Hispánicas de la UNAM. Ha publicado en sus sueños una antología de poemas de sus mejores días (pronto saldrá la de sus peores). Ha coordinado junto a la Soledad, un proyecto ecológico y cultural cuyo fin es recolectar las lágrimas de quienes sufren para convertirlas en esperanza. Ha realizado residencias en la Melancolía, la Rabia e incluso en la prestigiosa (y sobrevalorada) Felicidad. Es becario del Instituto Para Devolverle Al Pueblo La Poesía. A pesar del tiempo, aún le tiemblan las palabras. Para más poemas síganme, en TikTok, en @elgueydelospoemas.