No soy prejuicioso, pero ese wey tiene pinta de que nos va a asaltar. Además, por qué no dio las buenas tardes. Por qué trae la gorra demasiado baja. No se le ve ni la cara, seguro es para que no lo reconozcan. Sí, nos va asaltar. Mejor me bajo aquí, en corto. Mejor no, porque eso sería gastar doble pasaje y hace mucho que no me como una de milanesa con queso. Y si sí me asalta. Me va a salir peor, mi celular vale más que una chingada torta. Ya, a la chingada. Son 12 varos más, no hay bronca. También podría bajarme en Los Reyes e irme en metro. Pero tendría que caminar Canal de San Juan y solo está culero. Ya, me bajo aquí. Aparte, no quita la vista de la ventana. Seguro está esperando el momento y lugar adecuado para sacar su pistola. O tal vez traiga navaja. Igual y no trae nada y sólo amaga con sacar de su pantalón un arma, como ya nadie se arriesga a saber si vienen con arma o no. Tal vez cuando le esté quitando la bolsa a la señora de enfrente, pueda darle una patada en los huevos. Seguro la combi irá muy rápido y no voy a tener estabilidad para lograr un buen madrazo. Suerte la mía, sólo venimos dos hombres, tres con el asaltante. Ya casi llegamos a la Zaragoza. No mames, ya no me bajé en Los Reyes. Pero, ahorita son las 2 de la tarde, por qué se tomaría el atrevimiento de asaltarnos con el sol como testigo. No mames, el maldito sol qué tiene que ver. No creo que asalte, a esta hora hay muchos policías por los operativos. Un policía nada puede hacer, quizá solicite refuerzos, pero nunca los agarran. Y si voy sacando mi celular y lo tiro en el rinconcito de aquí al lado, he escuchado que muchas personas así le hacen. Aunque, si no le doy nada, puede que se encabrone más. También sé de personas que las picaron o las balearon porque no dieron nada.
–Pásale uno, paro martillo.-
-Sí, ¿Dónde baja?-
-En el pistolas, antes de llegar a Guelatao.-
-Te cobras uno, en las pistolas antes de llegar a Guelatao.-
-Gracias.-
-De nada.-
-Que pasen linda tarde.-
¡No puede ser!, otra vez servicio provisional en el RTP. Voy a tener que irme caminando.
Foto de Dylan Escamilla Lucio