Haberme descubierto como asexual fue una de las mejores cosas que me pudieron haber pasado, y se preguntarán por qué.

En el 2013 descubrí que los hombres me atraían más que las mujeres y lo acepté sin problemas. Sin embargo, cuando empecé a vivir mi vida sexual, sentí que algo no cuadraba; no me nacía hacer lo que para el resto era “lo normal”.

Para entender la asexualidad, es importante diferenciar entre “deseo” y “atracción sexual”. El deseo es algo que tenemos todos, pero en distinta medida, es la satisfacción o placer sexual, de forma personal o interpersonal, que uno quiere y puede recibir. La atracción, por otro lado, es eso que te provoca o “prende” de alguien. Pero no me refiero a las famosas mariposas en el estómago, porque a eso se le llama atracción física. Y sí, los asexuales podemos sentir atracción física y emocional, eso hace la diferencia.

No obstante, aunque suene contradictorio, los asexuales podemos llevar una vida sexual. La pregunta es cómo. Podemos tener poca o nula atracción sexual, pero el deseo es parte de nuestra sexualidad, y cada quien tiene su propio nivel y su ritmo. Una persona asexual puede masturbarse, tener una pareja, una respuesta sexual que va desde un estímulo sexual, a la excitación, y terminar en el orgasmo, e inclusive puede procrear una familia. Algunos asexuales vivimos nuestra sexualidad de manera individual, no tenemos la necesidad de compartirla con nadie más.

Ser asexual no significa que no te guste nadie o que permaneces en celibato o abstinencia. Lo aclaro porque me he encontrado con esos comentarios y otras ideas erróneas.

Al inicio mencioné que ser asexual fue de las mejores cosas que me pudieron haber pasado. Es así porque esta condición me permite vivir mi sexualidad a mi ritmo, valorar más a quienes me rodean y me da la seguridad de saber que, quienes decidan quedarse, lo harán por mí, por lo emocional, y no por el sexo.

Foto de Sharon McCutcheon en Unsplash

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David Contreras Mendoza, estudiante de la licenciatura en Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Interesado en temas de educación de la sexualidad, historia de la educación, orientación educativa, por mencionar algunos. He participado como ponente en el “Coloquio de Textos sobre educación. Perspectivas multidisciplinarias, metodologías y obras” y en el “18º Encuentro de Estudiantes de Pedagogía y Ciencias de la Educación”.