Apología del pescador (y una nota de alguien que puede reflexionar)1

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La vida es fugaz. Un momento somos y al otro ya no. No existe certeza alguna de representar nuestro papel en el futuro. Únicamente se dispone del presente. Equiparada con estas premisas es absurda la idea de dedicar la vida al trabajo, ¿cierto?
        Heinrich Böll tiene una historia sobre el diálogo entre un turista alemán que tiene muy afianzada la idea del progreso y un pescador que reposa en su barca tras haber madrugado. De acuerdo al turista, el pescador debería aprovechar el buen tiempo y salir en más de una ocasión, así, a la larga, él sería dueño de una gran empresa pesquera y podría descansar en el puerto mientras contempla el mar. Acto seguido, el pescador le hace ver que ya está haciendo eso y el turista se marcha envidiando su suerte. 
        En este relato, el absurdo proviene de la reflexión sobre el esfuerzo invertido dentro del sistema capitalista. Mientras que a uno el trabajo le brinda lo necesario para vivir y la oportunidad de tener momentos de ocio, al otro le arrebata esta opción. La diferencia radica en las aspiraciones personales de los personajes.
        No se trata de si una aspiración es correcta y la otra no, sino de que el deseo sea realmente consciente y no impuesto (directa o indirectamente). Por ello, el trabajo debe ser un campo más en el que las habilidades se perfeccionen acorde al proyecto de vida de cada quien, ofreciéndole de igual forma lo necesario para su cumplimiento. Sin duda los éxitos laborales complacen, pero no son el único medio para disfrutar de la vida y desarrollarse plenamente. 

 

1. Naturalmente, las circunstancias del texto pertenecen a una época y trasfondo cultural particulares. Es evidente que la mayoría de la gente latinoamericana no puede aspirar a seguir el ejemplo del pescador, ya que el sistema obliga al trabajador a prescindir del tiempo para actividades recreativas, las cuales son otra manera para lograr un crecimiento.