“El Parque de las Ratas”, un estudio liderado por el psicólogo Bruce Alexander, estableció que el problema con las adicciones no es un problema de drogas, ya que no es una propiedad química lo que las vuelve adictivas. En cambio, el entorno y la cultura fomenta su uso descontrolado. La naturaleza humana requiere vínculos y la marginación debida a la desigualdad social en sociedades fragmentadas, propicia condiciones donde el individuo recurre a sustancias de fácil acceso que de manera inmediata le generan una sensación de pertenencia; incluyendo actividades compulsivas como comer, la pornografía, las redes sociales, las compras, etc. En estos escenarios, le corresponde al gobierno como a otras autoridades de salud priorizar la recuperación social sobre la individual.
En el 2000 el gobierno de Portugal, apoyado por sus científicos, determinó que penalizar el uso de drogas reiteraba aún más el aislamiento social, por lo que otorgó empleos para la reintegración activa de individuos con adicciones. Una reforma orientada a estos escenarios es fundamental antes de considerar siquiera la legalización de sustancias psicoactivas ilegales. Quizá no es tarea del gobierno elegir qué drogas emplean las personas, pero sí promover un entorno en el que las drogas no sean la única opción.
Como herramientas terapéuticas las drogas no provocan adicción física en ambientes propicios. La morfina se emplea para tratar el dolor, el cannabis estimula el apetito y palia el dolor causado por quimioterapias. Además, son coadyuvantes en actividades de carácter humanista haciendo sinergia entre sus efectos psicotrópicos y la personalidad de individuos proclives a tareas artísticas e intelectuales, potenciando estados mentales orientados a experiencias sensoriales o abstractas.
Es momento de abrir nuestro criterio a nuevos paradigmas sin olvidar la milenaria sabiduría, como aquella predicada por Paracelso y que, simplificando, rezaba “La diferencia entre un veneno y un remedio es la dosis”.
Estoy de acuerdo con Arturo Macías, el uso que se le dé a las cosas es lo que puede definir en gran medida sus bondades y las drogas no son La excepción.
Muy buen punto de vista. Felicitaciones!