Reinota

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Vio caer el abanico al suelo 
pero decidió seguir bailando.
Paulina del Collado, La virgen del Vogue

               ¿Te acuerdas de esa noche? Claro que te acuerdas, cómo no. Fue cuando ganaste el pageant, en contra de todo pronóstico. Estabas bien bonita, con tu lentejuela, tu perfume, tu peluca bien peinada y tus joyas de las buenas. Cuando me saludaste, antes de que empezara el concurso, de los nervios te temblaba el cuerpo; me dijiste que ahora sí te habías montado bien macizo para que no se te fuera a ver aquellito, yo nada más me reí. 
               Es que eras la nueva, por eso no te tenían fe; pero nuestros amigos sí te apoyaron. Me acuerdo que hasta fueron los del equipo de americano; cada que salías al escenario gritaban como changos, a todos nos dio un buen de vergüenza. Lo malo fue cuando uno de ellos se desconectó acá mal plan, pero ni lo sacaron del antro, mejor corrieron al chavito que golpeó, el que según lo estaba acosando; puro invento, yo vi que nada más chocó contra él, y cómo no, si el lugar estaba abarrotado, igual que siempre. 
               Aún así, ellos te aplaudieron más y mejor que tu amiga esa que según te consideraba familia. Yo te dije que no me daba confianza que ella te llevara a tu casa porque la caché cuando te mal miró mientras te coronaban. Pero tú bien tranquila, que no me preocupara, me dijiste. Hasta el día siguiente nos enteramos que ni sabía en dónde estabas, la culera, que te había dejado a la buena de Dios. Ya ni qué lamentar. En fin, te dejo, me tengo que ir porque te van a hacer un homenaje en el nightclub, como le decías tú. Reinota, te juro que vamos a encontrar al imbécil que te mató.

Foto de Raphael Lovaski en Unsplash
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Adrián Noguez (Ciudad de México, 1999) Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. Ha colaborado con texto y gráfica en Punto de Partida, Blog de la Revista de la Universidad y ¡Goooya!.