Corría la mitad de los años 60, una droga sintetizada por un famoso químico suizo, de apellido Hofmann, empezaba a tomar el dominio público, una sustancia alucinógena que altera la percepción del entorno.  El LSD se difundió de forma rápida, de tal manera que llegó a los creadores de contenido, así la música popular fue cada vez más afín a su uso. Bandas como Cream, The Beatles, The Rolling Stones, entre otras, experimentaron el placer auditivo bajo los efectos de esta sustancia, dando origen a un nuevo movimiento artístico, la psicodelia.

No hablo del LSD como la primera droga que intervino en la música, antes tenemos una marcada presencia de la marihuana en el jazz y el blues. Pero lo cierto es que el LSD, marcó una revolución artística y además dio origen a una nueva cultura, la hippie, orientada por el uso de esta sustancia. Y que para finales de los 60 llevaría al festival de música más grande que ha existido, Woodstock, una congregación hippie que tuvo a artistas legendarios como Carlos Santana, Jimi Hendrix y Janis Joplin en su cartelera, y que hoy no ha podido ser superado. 

El LSD es un ejemplo de la influencia de las drogas en la cultura. Si lo piensas, cada subcultura es partidaria de un género musical y a su vez, de una droga.  Por ejemplo:

Los rastafaris apoyados en el reggae y consumidores abiertos del cannabis; el hip-hop con el rap y el consumo de alcohol, marihuana y últimamente al consumo de codeína y dextrometorfano (sí, esos que viene en los jarabes para la tos). En nuestro país la Narco Cultura y el frecuente tema de los narcocorridos sobre el consumo y la venta de narcóticos.

¿Por qué una droga siempre depende de una subcultura? ¿O es al revés? ¿Una subcultura necesita una droga? Y a manera del huevo y la gallina:  qué fue primero, ¿la droga o la cultura?

Y volviendo al título ¿Es droga o es cultura?

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Gonzalo Alberto López Zermeño (Hidalgo, 2000). Estudiante de la Facultad de Derecho. Amante del café y del pensamiento crítico.