La nueva dualidad

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Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general,
obrero o licenciado, el mexicano se me aparece
como un ser que se encierra y se preserva:
máscara el rostro y máscara la sonrisa.

       Octavio Paz

2021
27 de marzo
Hoy me desperté con un dolor de muela tan intenso que me es imposible masticar cualquier cosa. E incluso siento las insufribles punzadas penetrarme hasta lo más profundo del cráneo.
       Caray, ¡lo que me faltaba! Justo cuando las cosas mejoraban, después de aquellos duros meses de pandemia… 

29 de marzo
Esperé a que terminara el fin de semana para asistir a consulta con el dentista.
       Al entrar al vestíbulo del consultorio, miré a la recepcionista, y quedé como hechizado: admiré sus ojos, su cabello y las buenas proporciones de su figura; todo en ella me pareció perfecto. Su voz también era un deleite, pues al escucharla sentí apaciguarse mi malestar. Aquel delicioso sonido era capaz de sosegar al más desgraciado de los seres.
       Una vez solucionado mi problema molar, me dirigí a la muchacha para pagar el servicio. El escenario fue vergonzoso: nuestras miradas se entrecruzaban esquivas e intercambiábamos sonrisas furtivas, en tanto que yo torpemente intentaba insertar mi tarjeta en la terminal electrónica, porque me tiritaba la mano —¡qué nervios!—.
       Al concluir la penosa transacción, la joven me entregó un papelito que contenía un nombre y un número telefónico escritos.
       —Toma, me llamas cuando te vuelva a doler la muela, eh —me dijo con una risilla tímida, empero encantadora. 

22 de junio 
Ha pasado casi un mes y la recepcionista y yo hemos mantenido contacto; hablamos de casi todo: le conté mis planes de ir de intercambio a España, y ella me dijo de su intención de recibirse como abogada. Incluso hemos tratado temas profundos, desde nuestros temores y traumas ocultos, hasta el verdadero sentido de la vida.
       También evitamos conectar en redes sociales, pues ambos creemos que conocerse a través de la superficialidad no es cosa sana.
       Habíamos decidido salir a tomar un café, pero, debido a un rebrote del virus, las autoridades volvieron a activar la alerta sanitaria… ¡Ni hablar, habrá que esperar! Por lo demás, estoy muy emocionado: creo que encontré a la mujer de mi vida. 

  13 de julio
Se han levantado las restricciones y hoy es el gran día. ¡Por fin vamos a encontrarnos!

30 de septiembre
Nuestra cita fue desastrosa, y desde entonces no hemos hablado más. Pero no la culpo a ella ni me culpo a mí, culpo a nuestra ingenuidad. Cuando nos encontramos en el café, revelamos nuestra verdadera identidad, y las cosas no fueron como las imaginábamos.
       ¿¡Quién habría visto venir tan cruel engaño!? La mente nos generó lastimosas expectativas que vimos esfumarse tan pronto como… en fin, tan pronto como nos miramos los rostros sin cubrebocas. 

Foto de Andrea Sánchez en Unsplash