Se dice “Israel no es un Estado legítimo” cuando se habla del desplazamiento histórico, forzoso, y violento que vive Palestina, de la invasión colonial que existe desde que la ONU es ONU, con todo y sus misiones de paz, con todo y su Comité de “Seguridad”. Sucedió mientras se llevaba a cabo la Convención de Viena contra crímenes de guerra, sucedió en paralelo a la creación del Protocolo de Estambul para combatir casos de tortura a manos de funcionarixs de Estado, sucedió al mismo tiempo que la redacción de la Declaración (presuntamente) Universal de los Derechos Humanos. Y sucedió mientras Europa una vez más reafirmaba las dimensiones de su poder, mientras Estados Unidos invadía Irak, mientras en México desaparecían gente y exterminaban comunidades indígenas, mientras a Latinoamérica se le acababa el agua, mientras las Abuelas de Plaza de Mayo buscaban a sus nietxs. La pregunta obligada es, ¿qué Estado sí es legítimo? ¿Qué Estado no sostiene su historia oficial en la captura, en la expansión, en el saqueo y la violación?
Los 500 años de la colonialidad del poder se siguen reafirmando, afinándose a través una jurisprudencia que garantiza que NADA ni NADIE se quede fuera de la vigilancia de la ley y el orden. O más o menos, porque quienes van a la cárcel no son las corporaciones que matan activistas, ni lxs jefxs de Estado denunciadxs ante la mismísima Corte Internacional de Justicia, ni el narco que maquila masacres.
Va a la cárcel quien no tiene ni palancas ni apoyo mediático, y quien sus condiciones de vida permitieron que llegara más fácil un arma a sus manos que un pan a su boca.
Por eso cuando unx candidatx habla de diversificar su gabinete, de estar a favor de los derechos de las mujeres, las disidencias sexo-genéricas, las comunidades indígenas y afrodescendientes y las personas que viven con algún tipo de discapacidad, mienten. No es inclusión. Es captura. ¿Por qué me habría de “representar” que un maricón como yo sea CEO de una empresa que financia el genocidio palestino si jamás sabría distinguir el sonido de una bala y el de un cohete? ¿Qué más da que una mujer lesbiana sea diputada en un país del norte global si apuesta por el cierre de fronteras a migrantes para que mueran ahogadxs? Y si el mundo ve todo esto pasar ante sus ojos y si los organismos internacionales no hacen nada para evitarlo y si quien tiene dinero e influencias tiene la capacidad de evadir la propia ley, entonces hay que decir cada vez más fuerte: “Israel no es un Estado legítimo”, sin olvidarse de preguntarnos,
“pero, ¿cuál sí?”