Soñaba despierta; un bikini asesino, un bronceado para morir y una caipirinha virgen en las manos. Un enamorado a un costado, tumbado tomando el sol. ¿Qué más se puede pedir? ¿Cómo pude dudar de la generosidad de la vida? Gracias, gracias, gracias…

Vuelvo a mi asiento del metro. Me bajo en Balderas para transbordar y llegar a Coyoacán. Para irme al Caribe tengo que trabajar. 

Pienso en las becas a medias que gané este semestre; cubren parcialmente la inscripción pero no el vuelo ni los costos del viaje. Esa frustración se me atora en la garganta. La impotencia de estar tan cerca y tan lejos de Europa, del Caribe y de Silao. 
Frustrada y esperanzada, sueño con un retiro en República Dominicana o Puerto Rico: chequé los precios en internet y sueño que si ahorro me puedo regalar un mes. Me veo en Jamaica comiendo camotes fritos. Planeo irme a Costa Rica, abrir un restaurantito que pague las cuentas; entonces me acuerdo de esa canción de mi primer millón. Welcome to reality!, grita la voz femenina y robótica del metrobús: “Siguiente estación: Doctor Gálvez”.

Foto deDavid Vives en Unsplash
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25 años de pura prueba y error. Teatrera desde la infancia, Desarrolladora Territorial por profesión. Letrera por afición. Deliberada adicta a los dichos populares. Neo no nazi. UNAM ENES León 2016-2020 Desarrollo Territorial, primera generación.

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