El gobierno mágico en este país tiene más comunicación con la autoridad muggle, ya que se reúne con el presidente en turno por lo menos una vez cada trimestre. Esta estrecha relación se debe a que la población no mágica es más abierta respecto al tema; como resultado de su propia historia, la mayoría de los magos mexicanos son mestizos en más de un sentido. Primero, por el aluvión de magos europeos que fueron acogidos por los chamanes aztecas, mayas y purépechas, de los que nació el mestizaje mágico; en segundo lugar, esa diversidad mágica se vinculó con los muggles de todo el territorio. Así, la ley mágica mexicana resulta más igualitaria que la británica; es más rigurosa con la discriminación, de tal suerte que en esta comunidad no existan expresiones equivalentes a sangre limpia o sangre sucia.
También he consultado bestiarios y enciclopedias herbolarias mexicanas, y he llegado a la conclusión de que el conocimiento mágico a disposición de los muggles es tremendamente bárbaro, aunque ha sido cuidadosamente seleccionado, precisamente, para que parezca cosa de mitos y leyendas. Por ejemplo, los no magos mexicanos conocen la existencia de los “nahuales”, que son equivalentes a los animagos británicos; llaman a una bestia el “chupacabras”, que es una especie endémica de hombre lobo, pero más pequeño; la Subsecretaría de Fauna Mágica se ocupa continuamente del control, cuidado y ocultamiento de gigantescos dragones emplumados, que sin ninguna discreción juegan a esconderse pintados, labrados y esculpidos por cada rincón de México.
La Subsecretaría para el Control Espiritual es la que tiene más trabajo, pues sus principales fantasmas han sido avistados por un sinnúmero de muggles (una tal “Llorona”, considerada un alma maligna en pena, es tan solo un fantasma travieso que se rehúsa a mantener el anonimato del mundo mágico).
Detalle de “La Huida” Remedios Varo 1961 (18813895620).jpg en wikimedia