Benito vio caer su tarro de cerveza sobre el suelo de la sucia taberna, tras el inintencionado manotazo de un hombre rubio; su mirada parecía perdida, y la oscilación de su cabeza evidenciaba embriaguez.
— Es tut mir leid, Herr! —Le dijo el hombre.
Benito, sin entender una palabra, intuyó una disculpa; y contestó:
— ¡No pasa nada, compadre!
— Ah, habla castellano… ¿De dónde es usted? — Inquirió el intrigado dipsómano.
— De México.
— ¡México! Escuché que allá tienen mucha cultura antigua, ¡tierra de dioses y pirámides!
— Es correcto, y si me lo permite, le contaré la historia de principio a fin; no como aburrida lección, sino cual homérica epopeya.
— Lo permito. ¡Venga, que la noche es joven!
Benito, erguido y con aires de grandeza, recitó así:
¡Cuéntame, oh musa, el mito del dios mexica!
Que cuando Coatlicue de él estaba encinta,
en la cima del Coatepec su vida casi extinta.
Y cual Palas Atenea, recién nacido
con gallardas armas guarnecido,
a cuatrocientos dioses dio cruel castigo.
Y así se explica que la noche se vuelva día,
pues el sol Huitzilopochtli diezma estrellas impías.
De Aztlán al austro la tierra prometida
para fundar ciudad con perenne roca,
ínclita urbe y beldad desmedida,
pues ante Tenochtitlan cualquier polis era poca,
del orbe la más grande aquesto no es mentira.
De estirpe guerrera fue fiel morada,
raza de bronce y aguda obsidiana.
Pero de todos éstos uno destacaba,
Tlahuicole el tlaxcalteca, vociferaban.
De su ofuscada furia huían las huestes,
cobró más vidas que europeas pestes.
Inerme y atado a una roca dio último respiro,
no sin antes llevarse a ocho guerreros consigo.
Ni la cólera de Aquile…
— Sehr nett! ¡Qué cultura tan impresionante! — Interrumpió el hombre, mostrando genuina fascinación.
— ¡Así es, mi estimado! Y mire que aún no llego a la mejor part…
— ¡Y usted mismo… tiene cara de indio! — Dijo aquél, arrastrando la voz.
— Hasta luego. — Respondió con severidad el mexicano.
Tomó su abrigo y salió del tugurio. Al instante, se dijo a sí mismo:
— ¡Estoy que no me la creo! Tanto primer mundo, y algunos siguen con ideas de antaño.
Nunca en mi vida experimenté tal racismo.
¡Qué gran texto! Divertido y astuto, muchas gracias por compartir.