¡Ahí vienen los d̶e̶l̶i̶n̶c̶u̶e̶n̶t̶e̶s̶ ESTUDIANTES!

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Pensamiento crítico de filósofos,
inteligencia de científicos,
creatividad de niños
y alma de artistas.

Converse que saltan,
corren y dibujan un mapa con sus agujetas fosforescentes.

Mapa delimitado con los colores de sus manos inquietas y rebeldes.
Esas manos quieren ser volátiles
para teñir el cielo con la transparencia de su cristalino.

Porque la nubes están vacías y bofas,
quieren ser bordadas con banderas anarquistas.

Quieren ser esculpidas con la raza y el espíritu de las cámaras
y los megáfonos que retumban en los edificios:
¡No somos delincuentes, somos ESTUDIANTES!

Ojalá nuestros espacios en la universidad fueran tan frescos y limpios como parecen.
Ojalá los verdes árboles absorbieran la corrupción y la violencia.
Ojalá las islas del campus fueran trincheras que resguardaran nuestros sueños rebeldes y los protegieran del azul rancio de la opresión.

¡Blanco, azul y oro!
El blanco está manchado de la sangre de los rostros de los estudiantes.
El azul está secuestrado y manipulado como un rata de laboratorio.
El oro ha sido robado y sustituido por la tierra de sus zapatos.

Porque el escudo azul y oro es solo una estampa de papel,
corroída por la indiferencia y el poder.

Los edificios necesitan ser quemados y purificados
para que de ellos emerja la justicia y el altruismo.

Edificios auriazules cimentados sobre las voces jacarandas de los estudiantes
que caminaron soñadores y corrieron gritando.

Piedra volcánica salpicada de la sangre del alumnado,
bañada por las lágrimas de los alumnos que se hacen padres
y teñida por los alumnos que se hacen libres.

Que nos cobijen sus carteles,
que nos levante su voz valiente
y que nos vuelva libres su arte.

Que los murales griten,
que las aulas sean las colmenas de los alborotadores
con las gargantas de mariposa y las manos papalotes.

¡No somos criminales somos ESTUDIANTES!

Que la voz de todos forme una avalancha
que reviva a los muertos,
porque los números sobran y los estudiantes faltan.

Seamos una bomba de humo transparente pero brillante.
Recojamos del piso los corazones palpitantes
y hagámoslos enardecer al ritmo de nuestros pies.

Las cámaras ajenas persiguen los murales y las estatuas,
abren sus ojos de platos como si quisieran atragantarse de los colores polvosos y las formas gastadas.
Pero los estudiantes llegamos,
como delincuentes a estrujar esos murales y estatuas
tirando al piso los colores polvosos y las formas gastadas.

Los estudiantes llegamos,
como ARTISTAS a vislumbrar el alma de la universidad,
enterrada bajo la piedra volcánica del campus.

Porque no somos delincuentes,
somos ESTUDIANTES.
No estamos rompiendo el arte,
somos el arte roto.

Foto tomada por Natalia López Hernández en la marcha a favor de la FAD el 09 de junio de 2023
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Soy Natalia López Hernández psicóloga en proceso de titulación por parte de la Facultad de Psicología de la UNAM; también formé parte del Equipo Representativo de Gimnasia Artística de la universidad desde 2017 hasta 2023. Siempre he disfrutado escribir. Actualmente escribo poemas, con los cuales he colaborado en el periódico GOOOYA y en el blog de Universo de Letras de la UNAM desde el año pasado. Con el poema ¡Ahí vienen los delincuentes ESTUDIANTES! busco expresar la voz de los estudiantes que alzan la voz para defender los derechos e intereses de toda la comunidad estudiantil porque la lucha estudiantil sigue siendo opacada y silenciada. Y los estudiantes siguen siendo violentados y reprimidos.