Para Soco
En Yucatán es muy común ver por las calles de Mérida y sus municipios, cadáveres grandes, pequeños y pequeñísimos de tlacuaches que han muerto por la mano ignorante del ser humano. Estos animalitos son día a día asesinados porque desafortunadamente se sigue creyendo que son portadores de rabia u otras enfermedades letales. No basta con las campañas que últimamente algunas organizaciones están implementando en el estado para concientizar a la población sobre la importancia de este animalito dentro del ecosistema. Por ejemplo, en las zonas rurales donde todavía hacen milpa los tlacuaches son controladores naturales de plagas y frente al nuevo mundo de los agroquímicos son buenos aliados para combatir la contaminación del medio ambiente. Sin embargo, también reviste una importancia en la cosmogonía Maya, pues es un “ladrón” (en términos occidentales) de maíz para dárselos a otros pueblos que lo necesitan.(1)
La institucionalidad estatal “ambiental” encargada de velar y garantizar la protección a la fauna es incompetente e inservible. Las muertes de estos marsupiales van cada vez más en aumento. Basta caminar por algunas calles para verlos inanimados sobre el pavimento rellenos de óxido de calcio (cal). Según creo también es porque a Mérida le dicen “La ciudad blanca” aquí todo lo blanco es prioridad y se ve “bonito”.
Quiero aprovechar este espacio para hacer una atenta invitación al lector (me incluyo) a informarnos más acerca de los tlacuaches y compartir la información con nuestros hermanos, hermanas, tías, tíos, padres, sobrinos, sobrinas, hijos, hijas, amantes, novias, novios, amigos y amigas. Si me faltó alguien apúntelo por ahí.
Construyamos un futuro donde los tlacuaches y todos los animales del mundo tengan derechos y una vida digna o de lo contrario tendremos que esperar su propia revolución. Ya los murciélagos se están adelantando.
A nombre de los tlacuaches que habitan la selva Maya también digo: ¡NO AL TREN MAYA!
Foto de Flavio Ayuso