Me sorprendió la visión sesgada de los chilangos sobre mi cultura. Fue devastador para mí ver todo mi mundo reducido a un solo párrafo en el plan de estudios. En el quinto año, solo una mención fútil, encabezando una larga lista de pueblos indígenas que no merecen ser analizados a profundidad. Cuyos nombres no merecen ser recordados (a menos que vengan en el examen). Y cuyas cosmovisiones están condenadas a volverse polvo del que está hecho el olvido.

Me encuentro con una pobre descripción de nuestras tradiciones. Los Voladores de Papantla, el carnaval y los tiznados. Reducidos a una frase, a una descripción literal de la sucesión de acciones que implican (descripciones que además carecen de poesía o valor literario). Como si con esas simples palabras en lengua castellana se pudiera contener toda la complejidad de la tradición. La perpetuación de un ciclo infinito. ¿Qué se necesita para convencer a una persona a inmolarse hacia el vacío? Es la esperanza de hacer renacer a la tierra, el deseo de volverse pájaro, la adrenalina de sentir tu vida suspendida por una cuerda, de cara a la muerte.

En la prepa se habla poco de los pueblos. Arrancándoles la cara, relegados a un papel secundario en su propia historia. Alimentando el arquetipo del indígena pobre e ignorante. Que toma un machete sin pensarlo (porque así lo dijo algún forastero ilustrado), y renuncia a su humilde vida como campesino. Para irse a correr descalzo por las nopaleras, a rajarse las manos trepando riscos, a tener que arrancarse los pinolillos en la sierra y a matar a cuanto gachupín encuentre.

Nadie se decide a morir nomás por las palabras bonitas de unos revolucionarios. Por muy pendejos que sean. A menos que ya estés prácticamente muerto, que valgas menos que una moneda de plata y que estés en lo más bajo de este sistema de castas. Cuando te tratan como forastero en tu propia tierra, tu única opción es la lucha.

Foto de Amar Preciado: https://www.pexels.com/es-es/foto/volador-verano-bailando-hojas-15978606/
Previous articleLa ciudad es un nido de flores
Next articleal pie de la ventana 
Actualmente soy estudiante de preparatoria. Soy foráneo, originario del estado de Veracruz. Crecí entre supersticiones indígenas y rodeado de naturaleza virgen. Mi mayor pasión es la ciencia, en especial la biología. También amo la literatura y el lenguaje en general. Soy políglota por gusto y fotógrafo en mis tiempos libres.