Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, porque sé que, al reconocerte así, reconoces tus derechos, reconoces los límites, reconoces tu valor y sobre todo reconoces la lucha y el sufrimiento de tus compañeras del pasado.
Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, porque sé que ves el dolor en otra mujer, porque ves su potencial, su luz y su valor, porque no ves a una enemiga ves a una amiga que al igual que tú está expuesta a la sociedad que las quiere silenciar.
Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, porque no solo ves el sufrimiento de la mujer sino también del hombre, ves cómo todo un sistema los consume a ambos, y cómo la sociedad los observa y repite los patrones de violencia.
Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, porque ya no quieres vivir con miedo, porque ya no quieres pensar que tal vez algún día tú u otra mujer no lleguen a casa, porque no quieres ver más padres y madres gritando la ausencia de sus niñas.
Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, porque quieres que vean la capacidad de las mujeres en cualquier entorno, estudiantil, académico, político o laboral, porque la grandeza de la mujer y su capacidad no debe ser opacada por un sistema retrógrada.
Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, por esas mujeres que aún están sometidas, por esas niñas que son vendidas y silenciadas, por una cultura que las maltrata y las mata, porque aunque sean lejanas son amigas, compañeras y entendemos su sufrimiento.
Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, para que las religiones no causen dolor y prejuicio, para que no juzguen y maltraten en base a la interpretación de un libro, porque la mejor religión es aquella que genera amor y justicia y no juicios y castigos.
Sé feminista, aunque los demás te critiquen y te griten, porque la lucha sigue, el camino es largo, el cambio es lento, pero sabes que entre más perseverancia haya, ese futuro que imaginas y sueñas puede ser realizado, por ti y por más feministas en el mundo.
Foto de María Fuentes en Unsplash