Primera sala. Colección personal
En un cuadro con molduras decapadas observarán la radiografía de mi brazo izquierdo. Noten la fisura: me la hice al caer de la bici mientras jugaba con mis primos a saltar el arroyo.
Aquí pueden ver las cinco puntadas en la ceja derecha. Nunca más pasé desprevenido cerca de un juego mecánico.
Éstas son dos de mis cuatro muelas del juicio. Después de la extracción a manos de un dentista militar, preferí que las otras dos se quedaran en mi boca a pesar del dolor de su erupción.
Pueden ver que la cicatriz en la barbilla es de cuando me golpearon en un juego de básquet. Sepan que me aguanté las ganas de llorar porque la chica que me gustaba estaba mirando.
Sobre este muro podrán ver colgada una serie temática de raspones, hematomas y quemaduras leves en geografías varias de mi cuerpo.
Por último, mi rodilla, en una técnica mixta de molestias y achaques. Toda ella es una pieza dedicada a la dolencia y el desgaste.
Segunda sala. Exposición itinerante
En medio de la sala aparece una instalación que condensa elementos sensitivos en torno a la muerte de mi perro / la punzada que sentí en el costado cuando mi novia de la secundaria me engañó / las ausencias de quienes ya no están y el dolor sordo de extrañarlos / las veces que confundí el amor con cualquier otro sentimiento y las oportunidades desperdiciadas.
Tercera sala. Pieza sonora: Dolores existenciales
Un cuarto oscuro. El piso cruje. La habitación está a una temperatura de 5 °C.
En medio de la negrura se reproduce el sonido de un edificio desmoronándose; después sólo silencio.
Curaduría personal.
Gracias por su visita. No olviden pasar a la tienda de recuerdos por un souvenir.