Para Joy,
la habitante de la luna.
Para Jorge Humberto Chávez.
Para Junior H.

¿Qué sería de nuestros ojos
si el mundo no se limitara
con fronteras, lindes, divisiones,
en pocas palabras, límites?

Si uno mira el horizonte imaginaría
que el cielo y el mar pueden unirse;
sin embargo, esto no sucede aquí,
lo que pasa es que no somos diferentes,
sólo entendemos el mundo de otra manera.
Resulta que el norte se percibe como salvador
y el sur como destrucción:

uno se percibe como todo el continente
y los otros como miembros del mismo;
uno tiene defectos y carencias
y los otros también, la diferencia
quizá sería que los otros las aceptan
y el primero no.

No sé si aquí aplica eso de:
Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo
porque comprendo, sin que lo mencionen,
que es el hambre de la gente
que monta el tren, la tristeza del alma
y el malestar de las despedidas;
entiendo el lenguaje más por globalización
que por placer, acaso nadie se ha preguntado
si uno quisiera aprender mazateco, quechua,
gaucho o tojolabal en toda América;
conozco el sol y éste quema de la misma
manera que si uno atravesara el muro;
tal vez la nieve no sea la misma aquí
que la que cae en la Gran Manzana pero
puedo imaginar que es fría, blanca y se derrite
en las manos cuando uno la toma;
sé del dolor que es migrar al sitio donde no lo quieren
y también reconozco como huele
el odio y la violencia.

Aquí no es distinto de allá.
Entonces, qué es distinto,
porque todos nos vamos de donde venimos
y regresamos al lugar de donde nunca fuimos.

¿Qué sería de nosotros si no
delimitamos al mundo?

Imagen de Pexels en Pixabay
Previous articleLa memoria es invisible
Next articleMcCartney III y la libertad desaforada
Guillermo Bejarano Becerril (Ciudad de México, 1998) estudió la Lic. en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en Soga viviente, proyecto dedicado a la promoción de la lectura y en el proyecto Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las siguientes revistas: Aquelarre. Revista de Literatura Infantil y Juvenil; Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea y Casa del tiempo. Fue uno de los tres finalistas, en la categoría poesía, del VII Premio Alborán de Poesía y Microrrelato (España, 2022).