Querido hombre heterosexual: tu pene te limita.
Y ahora te preguntarás: ¿por qué? Si ya eres una máquina sexual y te consideras el mejor en la cama; el que nos vuelve locas y afortunadas.
Te explico: tu maquinaria pesada del mete y saca no me acerca al clímax soñado.
Espero que entiendas que yo también quiero placer, que no solo sirvo como un agujero (o dos, o tres), como a veces parece ser.
Seguro puedes olvidarte del porno un rato y los cuentos que nos vendió esa industria: tu pene no tiene que ser gigante, no tengo que dejar de respirar en un oral, tu erección no debe ser una roca ni durar horas, ni tienes que eyacular litros de semen, ni yo ser una cascada. Hay muchas cosas que comprar en una sex shop aparte de tangas diminutas y recuerda que el cuento de “sin condón se siente más rico”, ya no está vigente.
¿Por qué la prisa de quitarte el pantalón? No hay que restarle importancia al preámbulo lleno de besos y caricias. Y ya entrados en la acción carnal tenemos que entender que nuestros cuerpos no son perfectos, que tanto tú como yo tenemos vellos y no todo huele a rosas, ni nuestros fluidos saben a piña.
Ojalá que un día no te de pena gemir y no le pongas fronteras a tu placer por temor a que un dedo cerca del sin equinas amenace tu hombría.
Te contaré un secreto: es como una búsqueda del tesoro. Primero tienes que encontrarlo. Unas clases de anatomía femenina no te vendrían nada mal. Te daré una pista: está ubicado en la parte superior central de la vulva, coronando los labios vaginales. ¿Adivinaste? Sí, es mi clítoris, una gran fuente de placer que muchos ignoran por ideas falocentristas. Ahora que ya sabes dónde está, tu lengua y tus dedos tienen que aprender a bailar al ritmo de mis gemidos. Ésa es la señal, mi cuerpo te está dando las felicitaciones.
¡Esfuérzate! no quiero ser la actriz de una mala película protagonizada por coito soso que no sirve para nada, que ahuyenta mis orgasmos, esfuma la pasión y deja mis ganas en el suelo.
Por favor: háblame. La comunicación siempre es la clave: digámonos que nos gusta, dónde queremos ser tocados y los sentimientos que desprenden esas caricias. Siempre será necesario cuidarnos y disfrutar de nuestra sexualidad, es algo que no debe dar pena, ni miedo.
Tú eres el responsable de convertir tu masculinidad en algo frágil, algo que se rompe solo por intentar descubrirte. Entiende que tu virilidad no va a desaparecer por experimentar y explorar el alcance de tu goce sexual. No deberían existir trincheras hegemónicas en nuestros cuerpos.
¡Vamos, te estás perdiendo orgasmos! Y yo también, que la brecha orgásmica existe, por si no sabías.
Tu pene te limita porque le pones prejuicios machistas y sexistas.
¿Y si se los quitas?
Hermoso texto, inspira el deseo de explorar y navegar con un mapa ese mundo lleno de secretos, que es el cuerpo. No nos han enseñado a navegar con inteligencia, sólo a dar garrotazos entre la hierba para abrir camino.
En fin, quizá porque quise ver qué tan grande era el texto de Areli, fue que bajé a la última línea y empecé a leer del último párrafo hacia arriba. Fue como un mapa ilustrativo.
Leer “Querido hombre heterosexual”, de Rosa Areli, es como leer un mapa que al final nos lleva al tesoro. Recomiendo leerlo al revés, hagan el ejercicio. Les aseguro que será como un mapa delicioso que nos enseña primero el tesoro y luego las pistas para llegar a él.
Sin duda, es creativa compañera. Gran expresividad, ingenio y asertividad en este escrito. Me ha gustado mucho, hay una crítica hecha de tal modo que no es pesada y si muy honesta. Gracias por compartir.