Genealogía de la revolución terrenal

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Algunos de los conceptos que han adquirido importancia en las últimas décadas son los de calentamiento global, sustentabilidad, cuidado del medio ambiente, pueblos originarios y bioética. Sin embargo, ¿qué nos ha provocado para pensar acerca de la naturaleza como sujeto desde hace más o menos ochenta años y no antes? Una posible respuesta es el cambio de paradigma de “el objeto determina al sujeto” a “el sujeto determina al objeto” durante la época moderna, en la cual, al reconocerse el humano como ser creador (Villoro, 2010), pudo hacerse de la naturaleza como medio y fin para el hombre y no como parte de sí. Por este hecho, se propone al filosofema la máxima “todo accionar trae consigo un cambio y ello, una consecuencia. De ahí que, al referirnos al calentamiento global, cambio climático y, por contraste, a la categoría de sustentabilidad, olvidamos que la Tierra tiene una historia, un accionar histórico con que la geología demostrará que la historia terrestre se ha dividido en glaciaciones y desglaciaciones (Anguita, 2012), es decir, un accionar de la Tierra en sí misma en pro de su evolución. 
       No obstante, retomemos aquello que mencionábamos sobre el planeta como ente en sí mismo que acciona, pero ahora dotémoslo de sentido. La Tierra tiene unas de las facultades que mayor se privilegian entre los humanos, justificantes de su papel como sujeto, es decir, la razón, memoria y conciencia. Si la Tierra no fuese poseedora de estas facultades, los seres vivos que la habitan no las poseerían; esta afirmación la podríamos ejemplificar de varias formas, entre ellas, recurrentes inundaciones en lugares que fueron lagos. En este sentido, me atrevo a aseverar que la razón es una de las cualidades del cosmos, lo uno de lo cual formamos parte. Lo anterior se expresa de una manera muy clara ante nosotros a través de la constante búsqueda por mejorar lo que nos rodea con ayuda del raciocinio, o por medio de los constantes cambios internos que sufren las demás especies y nosotros mismos a causa de un fenómeno que podríamos grosso modo considerar automático, pero que posee un propósito particular, la evolución. En pocas palabras, el modus operandi terrestre es similar a lo que se conoce como silogismo práctico, pues se necesita de un medio en el accionar; una explicación la encontramos en Georg Henrik von Wright y su obra Explanation and Understanding (1971) como sigue:

  • X pretende hacer p.
  • X no se cree capaz de producir p, a menos que realice a.
  • Por tanto, X comienza a hacer a. (p. 96)
           Así, la intención de realizar un propósito particular, en el accionar como se observa en el esquema, se ve frenada por un intermedio del accionar que asegura el fin deseado. Esto recuerda lo que planteamos al inicio, sobre el cambio de paradigma en la época moderna que permitió al humano hacerse de la naturaleza y comenzar a explotar los recursos que de ella proceden para el autobeneficio del hombre. Esto no significa que antes de la época moderna no se haya comerciado con los recursos que la tierra brinda; sin embargo, lo que sucede en el “capitalismo primitivo” a raíz del descubrimiento de tierra por parte de los europeos fuera de su cosmovisión, es decir, de nuestra América, es que las acciones de apropiación de lo natural se afianzaron y se acumularon: X se puso a realizar a para lograr p.  Inclusive, hay que decirlo con el periodo moderno, sujetos determinaron a otros sujetos como objetos. Aunque no me refiero únicamente a la esclavitud, que era y es una práctica común en la genealogía del actuar humano frente a sí mismo, sino, más bien, al proceso de subhumanización. Un proceso que sapientísimamente Frantz Fanon (2018) criticó, puesto que la negación de una completa humanidad a ciertos grupos sociales contradecía la prédica de “humanidad” del europeo.
           Las marcas de subhumanización imperan aún en el imaginario colectivo americano, con una gran presencia en el consumismo, producto de la globalización. Ahí, el ideal de supremacía europea hace complicada la humanización del americano, pues lleva “tatuadas” las marcas de ser subhumano de nacimiento. Ello sucede particularmente con los miembros de comunidades originarias y la fuerza laboral americana que sólo son a para lograr p,o la utilidad del sistema global que explota tanto al medio ambiente americano como a su gente. Jeremy Bentham (1780) describe la utilidad como aquello que puede ser capaz de producir placer o sufrimiento. No obstante, lo que interesa recuperar en los retos que implica la armonía con el ambiente es el placer. Puesto que ¿no el enriquecimiento mediante la esclavitud de la tierra es para beneficio (placer) de unos cuantos? Una aproximación al placer es su carácter ambivalente, pues para Bentham el placer era un medio para la felicidad. Pero, también, el placer puede ser un medio del accionar (a) que justifica lo negativo sólo por el simple hecho de que produce algo agradable al accionador, quien pondrá en marcha su fin en un sujeto y/u objeto ajeno a él.
           No quiere decir lo anterior que se pueda justificar la explotación natural con el placer, sino indica algo importante: lo otro no existe, es decir, lo ajeno al ser humano como individuo en sí mismo sólo sirve como fin y medio para el placer humano. La fenomenología nos ofrece un esbozo por medio de la interpretación de la obra de Edmund Husserl que realiza Michael Theunissen (2013), quien explica: “el mundo, en cuanto es mi ‘ambiente natural’, está ordenado alrededor de mí —su centro—, por decirlo así, en círculos concéntricos. (…) [Por tanto,] el mundo depende de mí en la medida en que Yo aporto un orden dentro del mundo (p. 48)”. Por este hecho, la respuesta fenomenológica que trae consigo Husserl indica que percibir el mundo depende en gran medida de los “campos perceptuales” del sujeto en cuestión, bosquejos que establecía la máxima del inicio. Por tanto, la relación utilidad/placer se explica debido a las maneras con las cuales el mundo se percibe. Expresión que nos lleva de vuelta al paradigma de la esclavitud de la naturaleza. Pues se piensa que por el simple hecho de que la flora, fauna o recursos minerales se encuentran en el mundo en cierta cantidad tenemos la autoridad de tomarlos para generar un beneficio excesivo con los recursos que de ahí se pueden obtener, y se monetizan. Tal es caso de los minerales que se utilizan para fabricar aparatos tecnológicos extraídos de extensas regiones boscosas de África, donde se talan hectáreas con el fin de obtenerlos. Eso no es lo peor, lo es el rápido avance tecnológico y la demanda acelerada de este tipo de aparatos que producen grandes beneficios a un cierto grupo de personas y que la sociedad de consumo, inconsciente de las consecuencias del accionar de estas empresas, demanda nuevos aparatos (inútiles) sin reconocer lo existente. En términos utilitaristas, se ha construido un “monstruo” en pro de la explotación de la tierra. 
           Más aun, se es incapaz de comprender lo natural de los cambios del clima (Anguita, 2012) y las consecuencias del desperdicio y lo innecesario para vivir, así como, en términos macros, lo que el capitalismo y la acumulación de riqueza han provocado. El deterioro de reguladores de temperatura naturales de la Tierra, el no vivir en equilibrio con la naturaleza y el identificar lo indispensable, asevero, han acelerado el calentamiento terrestre.
           Por lo que para buscar soluciones prácticas al calentamiento acelerado, a parte de un necesario cambio de sistema económico, es necesario tomar en consideración la dialéctica beneficio-placer que practica el capitalismo. Ello lo ha identificado Allen Buchanan (1979), pues él menciona que para lograr un bien entre un grupo es suficiente con unos pocos buscándolo e inherentemente, cuando lo logren, los demás se beneficiarán sin costo alguno. En nuestro caso, parecería que unos cuantos no es suficiente, pero ofreciendo placer para deconstruir la sociedad del consumo y un beneficio que pueda mover a cada individuo tal vez se logre. ¿No Diotima sabiamente mencionaba que el humano ama la inmortalidad? Eso por sí sólo nos dice algo importante. Así, con estos elementos, confío, la revolución terrenal iniciará y el nuevo humano emergerá.



    Fuentes:
    Anguita, F. (2002). Biografía de la tierra. Santillana.
    Bentham, J. (1789). An Introduction to the principles of morals and legislation. T. Payne and Son.
    Buchanan, A. (1979). Revolutionary Motivation and Rationality. Philosophy & Public Affairs 9(1). p.59-82. http://www.jstor.org/stable/2264867
    Fanon, F. (2018). Los condenados de esta tierra (4.a ed.). Fondo de Cultura Económica.
    Platón (1988). Diálogos III. Gredos
    Theunissen, M. (2013). El Otro. Estudios sobre la ontología social contemporánea. Fondo de Cultura Económica.
    Villoro, L. (2010). El pensamiento moderno. Filosofía del renacimiento. Fondo de Cultura Económica.
    von Wright, G. H. (1971). Explanation and Understanding. Cornell University Press.
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