A comienzos del siglo XX, millones de hombres volaron en pedazos. Consumidos por el absurdo capricho de reyes y jefes de Estado, enfrentaron la muerte en las trincheras. Algunos salieron airosos del combate, solo para descubrir que habían quedado marcados para siempre. Sus rostros se volvieron un recordatorio perpetuo de la guerra; estaban tan desfigurados que en Francia los llamaron gueules cassées, que significa “caras rotas”.
       Para devolverles su dignidad a esos seres deformes, médicos como Harold Gillies revolucionaron la cirugía reconstructiva. Crearon técnicas para tratar fracturas maxilares, fabricar prótesis faciales, y efectuar injertos de piel. Deseaban ayudar a esos hombres a olvidar la guerra, que sus cuerpos no fueran un recordatorio permanente de los años oscuros.
       A poco más de una centuria de la Gran Guerra, el sueño de aquellos doctores casi se materializa. Se puede trasplantar un rostro, crear capas de piel con una impresora, recrear un hueso con cerámica bioactiva. La ciencia médica alcanza a la ficción y la sobrepasa, porque hemos redefinido los límites de lo posible.
       Pese a ello, tal y como expresó Hamlet hace cuatrocientos años, “algo huele mal en Dinamarca”. La tecnología diseñada para liberar a los hombres hoy los esclaviza. La lucha por conseguir cuerpos perfectos no siempre termina en victoria. Las víctimas están por doquier, acechándonos en el rincón menos esperado. Rasgos extrañamente asimétricos, labios excesivamente hinchados, rostros carentes de toda expresión. Frente a mí camina una mujer cuyo rostro ha sido desfigurado. Me detengo por un momento, cierro los ojos y rezo por un mundo en que al mirarse al espejo las personas por fin sientan que son suficiente.

Foto de Ivan Samkov: https://www.pexels.com/es-es/foto/moda-hombre-gente-fumar-9643248/
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Soy Ingrid Halí Tokun Haga Alvarez, licenciada en Relaciones Internacionales y con una maestría en Economía por El Colegio de México. Actualmente, estudio Psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México. Me apasiona la literatura y las Olimpiadas.