Dos pastillas

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Estoy en la sala de espera; espacio frío y lleno de carteles que pregonan autonomía, seguridad y acompañamiento.

A mi lado, está mi pareja. Ya he pasado al consultorio donde me confirmaron lo obvio: 11 semanas de gestación, ¡uf! qué suerte que la ILE en la Ciudad de México sea hasta las 12 semanas. 

Dos pastillas, solo dos porque mi procedimiento es otro, pero aun así sentiré los efectos adversos que tanto me asustan.

Comienza todo. Temblor en las manos, hormigueos en las piernas, náuseas, dolor de cabeza y el cuerpo que arde. El malestar me recorre toda y ahora solo siento que soy eso: dolor. 

Me dejo llevar por mis pensamientos. El dolor me recuerda lo que hice, lo que quedó pendiente y las decisiones que tomé. Me dice que esta es la consecuencia de no haber(me) puesto límites. Y que el autocuidado no siempre se siente bien. 

Esto es lo que más pesa, la fuerza con la que llega esta lección al fin comprendida: las dimensiones de la responsabilidad de una misma.

Regreso a mi cuerpo físico, el llamado de mi estómago me hace correr al baño. Me desplomo en el piso y permito que el dolor inunde cada parte de mí.

Llega la hora. Entro a un cuarto, me dan una bata y me invitan a acostarme en una de las camas con una cobija. A mi lado hay otras dos mujeres. Van pasando una por una. ¡Oh!, no soy la primera, tendré que soportar el suplicio de la espera. 

Al fin llega mi turno y el procedimiento inicia, todo debe pasar muy rápido, pero se atraviesa una complicación. Dolerá más, al parecer, solo unos segundos que yo siento eternos. De pronto, todo termina y me recorre un extraño alivio. 

He pensado en muchas ocasiones que, si el dolor es inherente a la vida, entonces ¿por qué habré de vivir? Dolor siempre será dolor, pero esta vez me ayudó a recordar lo que es importante para mí. Quizá no habría sido posible de otra forma. 

Salgo de la sala, observo a mi pareja, me sonríe y comienza a contenerme. Ciertamente, el dolor no dura para siempre.

Foto de danilo.alvesd en Unsplash
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Mariel Luna es gestora intercultural, tallerista y apasionada de las Letras. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras y es una persona entusiasta de lo colectivo, lo introspectivo y el acompañamiento. Ha colaborado en diferentes blogs y realizado talleres de escritura creativa.