Entre los síntomas de un ataque cardíaco se encuentra la sensación de presión, restricción y dolor en el pecho; en ocasiones la sensación se manifiesta también en el resto del cuerpo, contracturando los brazos, el cuello, la barbilla y la espalda. El dolor puede provocar también dificultad para respirar. A veces así se siente la depresión, como si te estuvieras muriendo y estuvieras consciente de ello, como si todos alrededor tuyo pudieran respirar y sólo tú te estuvieras asfixiando.
           La primera vez que me diagnosticaron depresión tenía quince, pero me tomó ocho años y un sinfín de tratamientos y muchas más experiencias malas que buenas con psicólogos y psiquiatras encontrar una manera para funcionar un poco mejor, para controlar mi ansiedad y mi tristeza. Por eso tomo dos pastillas todos los días que me ayudan a inhibir la recaptación de serotonina. Mi cerebro necesita ser auxiliado en este proceso por motivos genéticos y sociales. Mi cerebro necesita medicamento como lo necesitan el corazón, los riñones y el estómago de algunas personas. Mi cerebro requiere ser atendido como lo requeriría mi pierna si se rompiera.
          Sin embargo, sigue existiendo un gran estigma alrededor de la salud mental, alrededor de los dolores aparentemente silenciosos. A esto respondo que la depresión no es invisible, sino que está invisibilizada; y que en momentos de depresión crónica he llegado a perder mi regla, a disociarme, a bajar o subir de peso de manera rápida, a querer morirme. Hoy ya no quiero morirme. No quiero que este dolor me aísle más y no quiero que este dolor aísle a otros.
           Escribo esto como quien desea al aire, como quien le exige ternura y empatía al mundo. Escribo como una persona que ha sobrevivido gracias a su capacidad para cubrir los gastos económicos de terapias y medicamentos. Como alguien que reconoce que no todos tienen los mismos privilegios ni la misma red de apoyo, como quien exige que todos tengamos la misma oportunidad de aferrarnos a vivir si así lo decidimos.

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Mariana Riestra (Ciudad Victoria, Tamps. 1998) Es estudiante de octavo semestre en la carrera de Letras y Literaturas Modernas Inglesas en la UNAM. Fue seleccionada nacional del programa Ellipsis de escritura creativa y edición literaria dirigido por el British Council junto con el Hay Festival que dio lugar a la publicación del cuento “Viaje en metro” en el segundo volumen de la antología Ellipsis. Ha publicado los libros infantiles ¿Qué le pasa a abuelita? y su contraparte ¿Qué le pasa a abuelito? (CECPAM 2020), así como diversos ensayos y reseñas en revistas literarias y sitios de opinión nacionales. En junio de 2019 fundó el canal de Youtube “La secta de los libros” junto con amistades de la licenciatura.

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