Capital

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Mientras el tráfico detiene las calles, el sudor lubrica mi piel demandante, mis afinadas manos estrechan mis piernas que se desbordan en el gris plástico y mojo con cuidado mis labios con mi lengua pegajosa para protegerlos de tu agrietada presencia. Las venas de mi cuello golpean, cada vez más molestas, la piel estirada; cada gota de sangre exige reventar, desdoblar, liar la piel. Mi cuerpo clama por desplomarse en este piso sucio para ser expuesto y admirado; en cambio, me sofoco en la indiferencia de este asiento.
¿Cuándo me entregué al plomizo andar periódico? En el filo de mis uñas cristalinas recogí la piel de tus hijos; con mis manos rotas escribí en las curvas el sonido de la emancipación; con cada índice callejeé por sus espaldas; en mis delgados brazos arrullé la respiración misma, la agité y la desvié para continuar con la danza del latir. Cargué entre mis senos la cura de los tormentos. Yo fui la granada bañada en sudor que Dios dio a los tuyos. En mi belleza resguardo las lágrimas, recae la expiación, el dolor y el rito del común.
Pero ahora, al oír y oler la presencia de los autos protestones en tus venas ásperas, ciudad, siento mi sudor evaporarse para nunca volver y en cada respiración mi belleza escapar. Yo calenté el aire de la tierra. En las habitaciones febriles bombeaba mi cuerpo rojo, mientras mis piernas colgaban vegetales, libres para que el viento las erizara. Ahora, la eternidad me atraviesa en ti, entre cada vuelta de rueda de este autobús; mis poros revientan y el sol tatema mi sangre vivaz. Los suspiros demandantes, las pieles chocando y las gargantas desérticas son para ti, vil y voraz.
El encierro en ti me agota, tu gente triste y abarrotada succiona de mi garganta la saliva que me queda, tus edificios enclenques me miran con desprecio para robar mi belleza. Regalo mi juventud a tus avenidas. Y mientras robas cada mimo, cada suspiro, cada gemido, cada caricia y cada roce, yo me quedo sentada aquí totalmente seca y amarilla.

Foto de Timon Studler en Unsplash
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Nací en la marginada Nezahualcóyotl y he vivido en la ciudad desde hace 18 años. Egresé de la licenciatura en Letras clásicas, y pensé experimentar el mundo real haciendo una segunda licenciatura en derecho, pero lo practico no me gustó. Me encontré en las letras a los 13 años y me la he pasado desde entonces leyendo y escribiendo. También me he desarrollado como activista en ONG por los derechos de los animales y las mujeres.