Borracho pero buen muchacho

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“Eres un borracho, Daniel”, decía mi madre, y ni cómo decirle que no.

Estaba borracho el día que la vi. Estaba borracho porque estaba perdido, porque daba pasos sin saber a dónde iba. Bebía porque es más fácil ahogarse que mantenerse a flote. Estaba borracho, y aún así me saludó. “¡Hola! ¿Cómo estás?”, me dijo con una sonrisa. “Un poco ebrio”, le respondí. Intercambiamos preguntas y respuestas. Era la chica de ojos bonitos y palabras punzocortantes que algún día me había dado a leer su ensayo de filosofía. “Me encanta cómo escribe, debe tener mundos enteros en su cabeza”.

Poco después, le mandé un mensaje. Salimos. La noté nerviosa. ¿Qué había hecho mal? Al ser introvertido, me culpé por todo lo que ignoraba: su ansiedad, mi falta de palabras, la insistencia con la que esquivaba mi mirada. “Fue un fracaso”, concluí.

Divina Providencia. Me invitó a vernos de nuevo: había fiesta en su casa.

La vi una, dos, tres veces, infinitas veces, hasta que mis canciones favoritas comenzaron a invocarla y el eco de su risa decidió visitarme noche tras noche. En mi defensa, no había cómo protegerme: yo estaba completamente desarmado y ella contaba con su belleza, dulzura, sentido del humor, inteligencia y gran corazón. La conquista fue brutal. Yo fui Asia y ella Gengis Kan. Se adueñó de mis letras, de mis historias y de mi inspiración.

Quizá fui un borracho. Quizá anduve de peda en peda, buscando sentido en donde no lo hay, pero de no haberlo sido, no la habría encontrado. ¿De qué sirven un hígado y unos riñones funcionales si te faltan razones para seguirlos usando? Te los regalo. O mejor aún, te cambio mis pulmones, corazón y cerebro por un último beso suyo. Que mi condena sea fallecer a sus pies, acepto dichoso. Acepto partir borracho, pero de amor, embriagado con los néctares y brebajes con los que me hechizó.

Soy un borracho, sí, y lo grito con orgullo, pero uno que habla del amor y de la muerte, uno que danza bajo la lluvia y canta junto al pájaro. Al final del día, el alcohol no es más que un método para dejar de sentir, para olvidar que mi espíritu sufre cuando sufre la hormiga y llora cuando el viudo llora. Soy un borracho, sí, y también soy un escritor. Sinónimos y equivalentes. Confesiones y maldiciones. ¿Qué se le hará? No queda más que seguir bebiendo, amando y sufriendo.

¡Salud!

Pink Panther Plush Toy on Brown Bench Miniature Pixabay from Pexels: https://www.pexels.com/photo/pink-panther-plush-toy-on-brown-bench-miniature-209620/