¿Qué queda de las colonias? Yo, borinqueña. En mi país, como decía un amigo, una cosa es la colonia —el Estado como mecanismo de legitimación de la colonia y las puniciones derivadas de ello— y otra cosa es el país —lxs puertorriqueñxs. La vida de a pie, el lenguaje, los saberes y la cultura tienen poco que ver con la fachada que ellos presentan al mundo. Perduramos por un brío de libertad que heredamos, poseemos y trabajamos desde muchos frentes. Imaginamos otras maneras de vivir y hacemos a diario confecciones de sueños, de proyectos, de supervivencia a cuesta de lucha. 

Hay quienes hacen de su vida la negación de los hechos y la violencia, mientras elevan el culto a sí mismos y a su realidad, enajenada. Pero hay otros que la vuelven  un esfuerzo por zafar las cadenas, un eslabón en el camino, una historia que no aparece en la escuela ni en las instituciones ni en las redes sociales. Ésas, ésos y éses constituyen comunidades y colectivos que viven y resisten en este territorio invadido, aunque sea invisible a ojos del mundo. Hacemos para sobrevivir en anhelos y en materia. 

Hacer para equivocarse, para acertar; hacer para afirmarnos. No represento nada y no me interesa tampoco. Sin embargo, se vuelve implacable la búsqueda de la palabra. Se transforma en sino. Se agotan los términos y comienzas a inventarlos. ¿Para qué? Pues para crearnos, a semejanza de nadie. Quizás podríamos atrevernos a imaginar un país propio. No tiene que ser como los demás. No tiene que ser como nada, tendría que ser como Puerto Rico. ¿Cómo es eso? Ésa es la tarea infinita, múltiple, inclusiva y difícil. Lo fácil no ha sabido dar recompensa todavía. Pero es digno luchar por algo, o mejor dicho, la dignidad no es una dádiva. Y que la conciencia sea liviana lo vale todo.

Foto de Jose Santiago on Unsplash
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Lillianys Medina (1992); estudió arquitectura en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Escribe; ha publicado en revistas y periódicos y Palestra (2020) es su primer libro.

1 COMMENT

  1. Debo decir que no conozco Puerto Rico, pero como país latino puedo imaginar a sus colonias como las existentes en Ciudad de México; con un aire característico, saludar a los vecinos con los que juegas desde niño y compartir los problemas y beneficios con los demás.

    Es una lástima que eso se este perdiendo, el desarrollo esta acabando con esa parte cultural de la colonia y desplazando a sus herederos hacia otras zonas donde su identidad termina por marchitarse.

    Saludos…