Cargada de sentirme minúscula e insuficiente ante las exigencias de un mundo que me pide cada día levantarme, y cargada de sentir que voy a destiempo porque la vida se me va, creo conocer el dolor.
El dolor es esa parte que me ha formado, me ha destruido y me ha transformado; dolor ha sido estar físicamente presente, pero mentalmente ausente por ir contrarreloj; es sentir un torbellino de emociones; querer frenar para tener un poco de paz y silencio en la mente, pero no tener el control y saberme atrapada.
Pero, ¿acaso puedo huir de mí misma? ¿Cómo hago para que el eco de la vida no me devuelva a ayeres que no supe valorar? Cómo le hago si el tiempo es memoria, memoria es futuro y pasado: la vida es dolor.
Ojalá algún día pierda mi miedo a perder, porque cuando lo real impacta contra lo mental, me doy cuenta de que no he tenido tiempo de sentirme viva y sólo he sobrevivido. Caigo en cuenta de que el tiempo me asfixia y sólo quiero que el tiempo frene para que mi madre me abrace hasta que el futuro deje de doler.
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