En julio del 2012, la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia declaraba:
“El peso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la conciencia. Los animales no humanos, incluyendo a los mamíferos, aves y otras muchas criaturas, también poseen estos sustratos neurológicos”.
La aceptación de la existencia de una conciencia animal similar a la humana es el preámbulo para reconocer su valor moral como individuos. Este valor moral se les otorga a los individuos basándonos en sus deseos, si poseen autonomía y conciencia de ellos mismos y su entorno. Aceptar que dichas necesidades y preferencias autónomas existen es el primer paso, concederles el derecho a ser libres de perseguirlas es el segundo y más importante.
La idea de que la moral excluye a los demás animales simplemente por no ser humanos es antropocentrista, o como se le llama dentro del movimiento por los derechos de los animales, especista (tipo de discriminación hacia las especies que no son de la raza humana).
Es por lo anterior que la ley debe contemplar a las otras especies animales como sujetos de derecho, y no como objetos ni propiedad. Al ser reconocidos como sujetos de derecho, son merecedores de perseguir sus propios propósitos inherentes, sin que ningún uso les sea asignado y forzado sobre su voluntad autónoma y consciente.
Ya no basta con argumentar nuestra superioridad cognitiva, ni intentar diferenciarnos del reino animal como si no perteneciéramos a él. Defender la supremacía humana sobre otras especies se vuelve barbárico y siniestro a la luz de la aceptación de la existencia de una conciencia animal igual a la de nosotros. Así como no defenderíamos la supremacía de un grupo humano sobre otro, debería ser igualmente inaceptable defender la supremacía humana sobre otras especies.
Gracias por escribir sobre un tema que debería ser central en la conversación durante esta crisis. Creo que cuando logremos establecer la conexión entre el especismo y el surgimiento de enfermedades zoonóticas altamente contagiosas nos podremos dar cuenta de la verdadera magnitud de esta emergencia climática.
Me parece un tema interesante y provocativo; empero, creo que hay muchas reflexiones por realizar, antes de concebir a los otros animales como sujetos de derecho.
¿Si los animales tienen los mismos derechos que los hombres, inherentemente tendrán las mismas obligaciones? ¿Serán capaces de llevarlas a cabo satisfactoriamente, como miembros de la sociedad? —pues esto hace a un sujeto de derecho—, Y de no ser esto posible, ¿sería justo hablar de una igualdad a rajatabla? Si bien, incluso los niños, poseedores de una facultad cognitiva, se encuentran sometidos a la voluntad de sus padres, ¿Qué les otorga a los animales una condición superior? Si, por ejemplo, un gato asesina a un ratón, ¿debería éste ser enjuiciado?
Valdría la pena reflexionar éstas y muchas otras cuestiones.
Saludos.