Pensar en el horizonte como destino
me parece hermoso.
Cuando llegue, diré que estoy en casa.
Mis muertos me recibirán alegres,
y mis vivos clavarán la mirada
en el atardecer, buscándome.
Ahora disfruto el camino
y contemplarlo basta.
Solo me pregunto
por el día de la ceguera.
No sé si me acabaré el sol
de tanto mirarlo.