Contempló su espalda menos de un segundo. Era una más entre los cientos de estudiantes que esa mañana se presentaron al examen de admisión. Se encontraba de pie, cerca de la entrada de la facultad de Ciencias Políticas, al lado de uno de sus amigos. Él se la presentó como una compañera de clase. Intercambiaron algunas palabras mientras los llamaban para el examen.

No fue amor a primera vista, aunque quedó cautivado por su aspecto: sus cabellos castaños, los grandes ojos grises, los maravillosos labios carnosos. Sin embargo, su cuerpo palidecía en comparación a su sapiencia. Era curiosa y divertida, capaz de encontrar belleza hasta en la hierba que crecía a orillas del camino.

Había olvidado el resto. No sabía si aquel día su suéter era azul o amarillo, si llevaba el cabello trenzado, o si usaba su falda oscura. Le exasperaba la falta de detalles. Su imagen se desdibujaba poco a poco. La mujer que amaba se desvanecía de su memoria.

Cerró los ojos. Intentó resucitar el tono de su voz la primera vez que le dijo “te amo”. Rememorar el eco de su risa, los hoyuelos de sus mejillas. Se la imaginó tomando su mano en el cine, bailando con él en el parque. 

Intenta olvidar su último encuentro. Es incapaz. Las memorias se adueñan de él. Lo invaden. Lo atacan. Siente que un rapto de locura se adueña de él cuando la mira nuevamente frente de él; apuntándole con un dedo mientras le grita a un oficial de la Dirección Federal de Seguridad que es un maldito comunista. 

Foto de Kobe -: https://www.pexels.com/es-es/foto/tres-hombres-de-pie-junto-a-la-ventana-1516440/
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Soy Ingrid Halí Tokun Haga Alvarez, licenciada en Relaciones Internacionales y con una maestría en Economía por El Colegio de México. Actualmente, estudio Psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México. Me apasiona la literatura y las Olimpiadas.