Es uno de los lugares más conflictivos del mundo. Un polvorín que en cualquier segundo puede hacer explosión. Cerca de 250 kilómetros dentro de los cuales abundan las minas terrestres, los alambres de púas y los puestos de vigilancia. Las luces se apagan a medianoche y no se encienden hasta el amanecer. En la frontera entre las dos Coreas, todo gesto puede ser malinterpretado. Durante décadas ha corrido tanta sangre que un movimiento extraño puede ser considerado una muestra de hostilidad, una señal de ataque.
La situación en el subsuelo es igualmente problemática. Entre 1974 y 1990, el gobierno de Corea del Sur encontró cuatro túneles que conectan ambos lados del paralelo 38. Estas instalaciones secretas fueron creadas por el gobierno de Corea del Norte para destruir al régimen al otro lado de la península. En la tierra del k-pop se les llama los Cuatro Túneles de la Agresión. Estos son un recordatorio perpetuo de la espada de Damocles que pende sobre los habitantes de la región, un lugar donde en cualquier momento la paz puede volar en pedazos.
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