Luego de codirigir El Futuro (2013), un desmitificado retrato de la movida madrileña, Luis López Carrasco (Murcia, 1981) –cineasta español incluido en una nueva ola de cine que apuesta por reivindicar otras formas de interpretación fílmica–, parece empeñado en construir relatos poco convencionales en torno a ese movimiento de los años ochenta. Ahora lo hace en solitario, con especial atención en la música y con un esquema de narración que utiliza como eje visual unas pinturas de extraterrestres, de donde deriva el nombre a la cinta: Aliens (2017).

A pesar de la relación entre los dibujos que se observan en pantalla y el título del filme, los protagonistas no son extraterrestres. El personaje principal es Tesa Arranz, ex vocalista de la agrupación los Zombies y muy probablemente el emblema femenino más importante de lo que representaba la movida madrileña en la época posfranquista. Ella, aunque lejos ya de aquel papel, parece tener el recuerdo aún muy fresco.

Arranz está obsesionada con la vida fuera del planeta y ha pintado más de 500 lienzos con seres extraterrestres a los que López Carrasco, el director de la cinta, ha tenido acceso y que pudo hojear al tiempo que grababa con su cámara en cinta VHS, emulando el formato de grabación/reproducción casero más utilizado en esa década.

Tesa Arranz le ha puesto ritmo vocal a una película que tiene un guion nacido del libro La mala fama de Germán Pose, publicado por el sitio El Estado Mental antes de convertirse en papel. El cortometraje de López Carrasco proviene más específicamente del perfil que Pose elabora de Arranz en su libro. En esta adaptación, ella se vuelca sobre sus pinturas a un ritmo frenético con voz en off y revelaciones que ponen en evidencia a muchos protagonistas de aquella época: Pedro Almodóvar, Alaska, el sexo y las drogas.

Además de revivir el formato VHS y sacar de la sombra tanto a las pinturas como a la protagonista —que desde hace un tiempo conservaba un bajo perfil— el filme recuerda cómo los Zombies se presentaban con una cantante bamboleando sobre el escenario con un vestido amarillo, al tempo de un bajo continuo y profundo. Difícil encontrar en estos días una pieza más vívida sobre la movida madrileña que Aliens, si a contundencia visual y narrativa nos referimos.

“Me muero de ganas porque se acerque un platillo volante a mi ventana y salgan sus tripulantes y me lleven con ellos. Adoro a los extraterrestres. Es un amor que se ha hecho cada vez más fuerte según ha pasado el tiempo. La verdad es que creo que he sido una marciana toda mi vida. Este mundo siempre me ha parecido algo extraño, ajeno a todas mis emociones. A lo mejor, por eso me dejé llevar de aquella manera”. La mala fama

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