Me desperté con el estruendo de los rieles que están justo a un lado de mi casa. Mi abuelo me contó alguna vez que lo nombraron “Tren Maya” porque fue un proyecto que pretendía el desarrollo de las comunidades indígenas en la península de Yucatán, o al menos, eso fue lo que el gobierno en turno decía en ese entonces. En la pared de mi habitación cuelga una pintura al óleo de un jaguar que solía habitar estas zonas. Fue un obsequio de mi abuelo antes de fallecer. Recuerdo muy bien sus palabras el día que me lo entregó: “Este Balam fue un animal muy bello que caminó sobre estas tierras cuando el monte estaba lleno de árboles. Ahora las vías del tren los han arrollado en nombre del futuro y del progreso”. Yo casi nunca pienso, pero esa tarde me quedé reflexionando acerca del progreso y el futuro. Me parecía absurdo creer que el “bienestar común” hubiera sido a costa de la destrucción de la naturaleza y del despojo territorial de los pueblos mayas. Ahora tenemos que conformarnos con las selvas artificiales de Monsanto y con los animales robóticos de Microsoft.

Un día, en mis clases virtuales, nuestro maestro robot encargó que investigáramos acerca del pasado, específicamente los acontecimientos más importantes del periodo de “La cuarta transformación”. Yo decidí investigar sobre el “Tren Maya”, con el que contamos hasta el día de hoy.  Encontré mucha información que hablaba sobre el exitoso proyecto y cómo contribuyó al “desarrollo” en la península; sin embargo, después de navegar por los rincones profundos del internet encontré un breve artículo que me llamó la atención y decía:

“TREN MAYA
Es un proyecto neoliberal que busca beneficiar a los grandes empresarios del país, perpetuando el sistema de explotación capitalista. Varios grupos indígenas de la península declaran que este proyecto pone en peligro sus territorios, vulnerando la libre autodeterminación que consagra la constitución. Aseguran que este proyecto solo traerá muerte y destrucción. Invitan a la organización y resistencia para evitar un futuro desastroso”.

Yo solo me levanto todos los días pensando, les hubiéramos escuchado…

Previous articleNadie sabe lo que viene
Next articleMonólogo del zoomer
Licenciado en derecho, maya originario del pueblo de Muna. Participa en la península de Yucatán con varios procesos en defensa del territorio y de los recursos naturales. Actualmente es parte del equipo comunitario y legal de la fundación Yansa que promueve una transición energética justa en la península de Yucatán, así como la defensa del territorio indígena al igual que sus recursos naturales.

1 COMMENT

  1. Ah! es una pena que tu abuelo no te contara la historia completa. No te habló de lo que fue Can cun, Xcaret, Holbox, la ahora llamada Riviera Maya, ni del saqueo de arena en Calica, ni de la deforestación de la selva, ni como era toda esta zona donde alguna vez existió el jaguar y del venado. Ojalá lo hubiese hecho.