Soy un estudiante de la Facultad de Derecho en la UNAM, soy un tijuanense que adora los tacos de adobada, se pierde en los libros y se encuentra en la escritura.
Es cierto, don Octavio, las palabras pueden convertirse en una “taquigrafía débil y absurda del alma inexpresable”. Sin embargo, también pueden provocar lo ominoso, pueden volverse una manera de liberar al otro yo (¿u otros yos?). Cuando uno se mira en el espejo, comprende que...