tú reposas silencioso,
yo, en tu costado,
me entrego a un remanso
en el que conjuras mi nombre,
entre la penumbra yergues
tus brazos como garras
para asolar mis pesadillas
o provocar mi desvelo,
nunca te adivino
desde hace tiempo
quisiste advertirme este dolor en el que ahora me refugio,
escuché en tus murmullos
el anuncio de la primavera,
honda,
grácil
y cruel
el eco prístino del viento
arrebató de ambos
el amor más anhelado,
dejando solo hojarasca en la puerta
hoy me asomo
a tu presencia intacta
y busco algún consuelo
en la rígida calidez de espada de tu sabiduría bíblica
acudo a ti
con el corazón entre las manos,
destrozado como el capullo
que guardas
en tu húmedo fondo
deja que descanse
en tu sombra,
embrújame con tu canto,
escuchemos los secretos de las aves
yo, de rodillas,
rogaré en silencio
por mi alma.