Siete jóvenes bailan al compás de una melodía pegajosa. Su nívea piel luce impecable. Sus cuerpos son delgados y atléticos. Sus cabelleras, coloridas y poco convencionales, al igual que sus ropajes, han sido cuidadosamente seleccionadas. El resultado final es inmejorable, tan impoluto que rezuma artificialidad. Las escenas descritas forman parte de Dynamite, uno de los éxitos de BTS, la banda de k-pop más exitosa de Corea del Sur. Con casi 2,000 millones de reproducciones, es uno de los videos más vistos de todos los tiempos.
       Convertirse en un idol es el sueño de miles de jóvenes. Firmar un contrato con Hybe Corporation, JB entertainment o JPY puede cambiarles la vida, transformándolos en celebridades. No obstante, el proceso para lograrlo no es sencillo.
       Tras años de lecciones de danza, un aspirante puede audicionar para una agencia o enviar un video a las convocatorias que las empresas musicales lanzan periódicamente. Si es seleccionado, comienza un período de entrenamiento intensivo, que dura entre 3 y 5 años, durante los cuales las clases de danza, de canto y de actuación suceden desde el amanecer hasta la medianoche.
       Tras innumerables evaluaciones, la empresa decide si el artista está listo para debutar. Algunos no lo logran jamás.
       Si la música que la empresa asigna al intérprete seduce al público, por fin llega la elusiva fama, más no la libertad. Se suceden numerosas giras, conferencias y conciertos. En cada uno de ellos las palabras y gestos del artista son cuidadosamente ensayados. Basta con que cometa un error para que su carrera termine.
       El k-pop se distingue por sus melodías alegres y videos festivos. No obstante, la vida de los idols dista de ser un sueño. Su peso es monitoreado constantemente, y abundan las cirugías plásticas. No pueden tener pareja y tienen poco control creativo. La maquinaria que produce cantantes de k-pop también es una devoradora de personas; se alimenta de su salud y belleza hasta que ya no queda más.

티비텐, CC BY 3.0, via Wikimedia Commons

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Soy Ingrid Halí Tokun Haga Alvarez, licenciada en Relaciones Internacionales y con una maestría en Economía por El Colegio de México. Actualmente, estudio Psicología en la Universidad Nacional Autónoma de México. Me apasiona la literatura y las Olimpiadas.