Una nueva concepción del tiempo

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Los adolescentes tienen una tendencia marcada a glorificar un futuro inexistente: organizan con gran meticulosidad su vida como una línea recta esperando que en algún punto de dicha recta logren el cumplimiento de sus anhelos. Por esta razón se nubla la vista ante la perspectiva cíclica en sus tempranas vidas, en donde básicamente se encuentran en un bucle. Para poder romperlo y continuar con el siguiente, se necesita alcanzar un objetivo. Pongamos como ejemplo a un estudiante de bachillerato que diariamente va a la preparatoria con el objetivo de terminarla para poder ingresar a una universidad. Este joven realiza una rutina durante todo su transcurso de preparatoriano con la meta en su mente glorificada de ingresar al estudio de una licenciatura. Nuestro sujeto logra con mucho esfuerzo concluir el nivel medio superior y finalmente lograr su primer objetivo; es aquí donde se rompe un ciclo e inicia uno nuevo, en el que se fija otra meta para poder salir de él: la obtención de un título universitario para poder conocer el mundo laboral o continuar en el mundo estudiantil con un posgrado.

Por supuesto que en el ejemplo anterior interfieren diversos factores y variables pero lo considero bueno para representar los diversos ciclos a los que está expuesto, no sólo el adolescente, sino en general todo individuo. Se podrá pensar que los jóvenes son los más afectados por su glorificación del futuro pero, por el contrario, nos encontramos con que todo individuo sigue esta regla. Nuestro tiempo se encuentra en posición cíclica, y sin embargo sigue una línea recta con cada rompimiento, al igual que en cada punto de quiebre se pueden encontrar ramificaciones que afectan el contenido de otras líneas, pero no su estructura.

Nuestra concepción del tiempo como línea recta resulta inadecuada porque no podremos visualizar el impacto de nuestras acciones en los otros. Se tiende a la individualización con la búsqueda de una meta en concreto, y se anhela el momento cuando finalmente se alcance el objetivo para poder repetir el proceso; por lo tanto, se desdeña el contenido de la estructura por las ansias, y se olvida la injerencia en nuestro entorno y en el de los demás. Es aquí donde debe aparecer una nueva representación de nuestra historia y nuestro transcurrir en el “tic-tac” del reloj, en la cual se debe mostrar la influencia en los ciclos de los demás y enseñar que somos parte de un todo que es afectado por cada uno de sus integrantes. Al fin y al cabo esas pequeñas ramificaciones pueden tener impactos minúsculos o simbolizar un gran acontecimiento trascendente en el otro.

 

Ethan Hernández es estudiante de bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria no. 6 “Antonio Caso”, UNAM.

Foto de Amr Taha™ en Unsplash

6 COMMENTS

  1. Excelente Reflexión en realidad como individuos nos obligamos muchas veces a seguir esa línea recta para cumplir las expectativas de nuestro círculo social, pues ya esta marcado que esa línea es la que tienes que seguir. Lo que nos borra en automático de la mente todos los posibles caminos alternos que puedan surgir a lo largo de nuestra vida. Y no, nos permite estar preparados para ello, pensando que si no logramos el camino recto pudiera ser un fracaso y tememos que así pase y que esto represente un error en nuestro camino. Siendo que la mayoría de las personas hemos aprendido cosas derivadas de un error y muchas veces este aprendizaje es mucho mejor a que si hubiésemos seguido sin problemas por la vía recta. Esto nos muestra la capacidad que tenemos para reaccionar y resolver complicaciones en nuestro caminar.

    En mi opinión considero que el camino Recto o alterno no son buenos ni malos, solo son dos o más opciones por donde recorrer nuestra vida. Pero si son importantes las acciones y desiciones que tomamos como individuos todos los días al recorrerlos
    JCRH

    Saludos Ethan Hdez.