Una herida abierta desde hace 50 años

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Hoy en día donde los jóvenes están inmersos en el mundo de las tecnologías, donde a veces se refugian para olvidar su día a día, se puede escuchar y leer el grito de guerra: “2 de octubre no se olvida”. Para algunos simplemente será el lema de las marchas que acontecen cada año en conmemoración de lo sucedido hace 50 años, donde murieron varios estudiantes tratando de alzar la voz, un día en que el Estado mexicano cometió un crimen atroz, la matanza de varios civiles y estudiantes a manos de militares y policías que actuaron sin escrúpulos y por órdenes de los altos poderes; para otros, significará un recordatorio, una pauta para la unión, una nota en el calendario de lo que puede suceder si como sociedad no estamos unidos y apoyamos a nuestros jóvenes, una fotografía de un hecho grabado en la historia de nuestro país, como un tatuaje, una herida que no puede ni podrá cicatrizar jamás, porque no podemos olvidar, mucho menos perdonar.

Inocentemente creímos que, después de lo acontecido hace 50 años, jamás volvería a pasar algo igual, pero no, hace 4 años se dio de otra vez como una nueva abertura en nuestra herida ya abierta, la desaparición de 43 estudiantes cuyo su único delito, de igual manera, fue alzar la voz.

Por esa razón, no dejes de gritar: “2 de octubre no se olvida”, no dejes de creer que la unión hace mucho más que la individualidad. Salir a marchar en este día, más allá de la conmemoración es la representación de la unión de las generaciones pasadas y presentes, donde niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad somos uno, demostrando que nada ni nadie podrán nuevamente callarnos, ni hacer que olvidemos lo sucedido, que cada vez somos más fuertes y que aun con la herida abierta, seguiremos alzando la voz.

Sí, así es, no viví el movimiento del 68 pero hice mío este día desde el momento en que tuve capacidad de razonamiento y entendimiento, descubrí que algo de tal magnitud y relevancia, no puede perdonarse, mucho menos olvidarse.