¿Qué significa ser mujer?

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He escuchado a muchas personas decirme cómo ser una “buena” mujer, como si ellos supieran la fórmula secreta para cumplir a cabalidad mis designios consignados gracias a mi género. Pareciera que hay un solo modelo para ser mujer, y en caso de salirse de esos modos preestablecidos llega la ola de adjetivos estigmatizantes para nombrar a “las desviadas” y lograr encauzarlas por el “camino correcto”. 

Es por ello que yo me cuestiono ¿qué significa ser mujer? 

Pareciera que ser mujer, además de representar una categoría sexo/genérica que encajona a los cuerpos y sus poseedoras, es una condición que está atada a los condicionamientos sociales impuestos por la tradición, es decir, una mujer debe saber cocinar, debe vestir “apropiadamente” [de acuerdo siempre al gusto masculino], no debe ser “altanera”, ni mucho menos expresar abiertamente su deseo sexual. 

Pareciera que ser mujer es cumplir con las expectativas de belleza, feminidad y maternidad, que sea tranquila y no rezongue porque “calladita se ve más bonita”, como si alzar la voz para defender nuestros derechos como seres humanas fuera un acto soez y vulgar que atenta contra la sociedad. 

Pareciera que ser mujer es ser objeto ineludible de múltiples opresiones que se interseccionan [menor salario, discriminación laboral, precarización económica] para demostrar una aparente inferioridad sistémica, en la que somos objetivadas, estereotipadas y exotizadas para, finalmente, ser un producto más del sistema: producidas, vendidas, compradas, usadas y desechadas. 

Empero ser mujer significa mucho más que la aceptación ciega de los roles definidos socialmente. Nos unimos para lograr ser poseedoras de nuestros propios cuerpos y para poder decidir por nosotras mismas, para disfrutarnos plenamente. Luchamos para tener un salario justo, para ser tomadas en cuenta en las decisiones familiares, académicas y políticas, para alcanzar derechos antes negados, para demostrar que somos muchas y valemos.

Ser mujer es alzar la voz, juntas, para demostrar que seguimos aquí, que vivimos y que no somos un objeto más de utilería.