Forjando una identidad

0
848

Utopías y distopías. Es fascinante la cantidad de productos artísticos de toda índole a los que podemos acudir para ver ejemplos de ambas: desde las novelas clásicas como Un mundo feliz de Huxley y 1984 de Orwell, hasta productos mucho más contemporáneos como las fantásticas películas de Volver al Futuro.

Si analizamos lo que estos dos conceptos comparten en todas sus encarnaciones, es fácil descubrir el rasgo que los diferencia de simples vistazos al futuro. Se trata de la demanda social que hacen al espectador. ¿A qué me refiero con esto? Al disfrutar de cualquier futuro en los diferentes lenguajes del arte, ya sea utópico o distópico, éste nos exige una respuesta personal. Sea cual sea el vistazo que estemos teniendo a nuestro futuro como sociedad, siempre existe esa necesidad de cuestionarnos a nosotros mismos si ese futuro brillante o ese terrible deterioro son posibles, si estamos avanzando hacia ese futuro y, todavía más importante, si nosotros somos parte de ese avance.

Por un lado, en una utopía la respuesta ideal es “¡Sí! Claro, yo estoy contribuyendo para llegar ahí”. Por otro lado, en la distopía es “No, por supuesto que no. Yo no seré responsable de eso “. Sin embargo, sabemos perfectamente que en muchas ocasiones podemos obtener una respuesta para nada ideal que nos dejará pensando un buen rato después de haber terminado con nuestro libro o película o canción.

De este modo, se podría decir que las utopías y distopías funcionan como estos conceptos mediadores de la identidad para una sociedad, donde uno de ellos es el ideal que una sociedad desea alcanzar y el otro es el peligro latente que debe evitar. No son ideas estáticas, sino que cambian respecto a las necesidades de la sociedad. En ese sentido, todos tenemos que preguntarnos cuál es la utopía y distopía que nuestra sociedad en este momento.